SOBRE LA EDUCACIÓN INCLUSIVA
EDUCACIÓN INCLUSIVA
La condición más
importante para el desarrollo de una educación inclusiva es que la sociedad en
general y la comunidad educativa en particular tengan una actitud de
aceptación, respeto y valoración de las diferencias. Es fundamental desarrollar
una intensa actividad de información y sensibilización, en la que los medios de
comunicación social pueden jugar un rol fundamental. Uno de los mayores
desafíos en es romper con la cultura homogeneizadora de las escuelas y la
enseñanza transmisora y frontal que considera que todos los alumnos son iguales
y aprenden de la misma forma.
Los enfoques
metodológicos y la pedagogía deben estar centrados en el alumno, y facilitar la
diversificación y flexibilidad de la enseñanza, de modo que sea posible
personalizar las experiencias de aprendizaje comunes. El punto central es cómo
organizar las situaciones de aprendizaje de forma que todos los alumnos
participen sin perder de vista las necesidades y competencias específicas de
cada uno. Un currículo amplio y flexible es una condición fundamental para
responder a la diversidad ya que permite tomar decisiones ajustadas a las
diferentes realidades sociales, culturales e individuales. Pero la respuesta a
la diversidad implica además un currículo amplio y equilibrado en cuanto al
tipo de capacidades y contenidos que contempla.
Los procesos de descentralización curricular y de gestión educativa que han emprendido muchos países facilitan que las escuelas puedan elaborar proyectos educativos acordes a las necesidades de sus alumnos y su realidad. En aquellas escuelas en las que existe un trabajo colaborativo entre los profesores, entre profesores y padres y entre los propios alumnos, es más factible que se pueda atender a la diversidad.
La existencia de un buen clima afectivo y emocional en la escuela y el aula también es una condición fundamental para que los alumnos aprendan y participen plenamente, así como la participación de los padres y de la comunidad. También es importante una relación de colaboración entre todos los implicados en el proceso: entre directivos, directivos y docentes, entre docentes, entre docentes y padres, y entre los propios alumnos. Los padres han de participar en las actividades de la escuela, en el apoyo de determinados aprendizajes en el hogar y en el control de los progresos de sus hijos.
Todos los cambios
señalados no pueden llevarse a cabo si los docentes y especialistas no cuentan
con las competencias necesarias para desarrollar una práctica educativa
distinta. Por ello es fundamental renovar los programas de formación docente
inicial y en servicio y de otros especialistas para responder a los requerimientos
de la educación inclusiva. Es también importante que los profesores tengan unas
condiciones laborales adecuadas, una mayor valoración por el trabajo que
realizan y una serie de incentivos que redunden en su desarrollo profesional.